#PrayForGuatemala





Pareciera que las redes sociales nos sensibilizan con la violencia que ocurre en otros países del mundo. No es extraño ver que cuando ocurren sendos atentados en distintos puntos del planeta, surgen cientos de hastags, acrónimos y emblemas para solidarizarnos con quienes han sido víctimas de barbarie.  Imágenes que se repiten una y otra vez en los distintos medios de comunicación hacen fácil tomar la decisión de colgarse un pin, moñas de color y cambiar el avatar en nuestra redes sociales.  La presión social es mucha. Sin embargo, la violencia que vivimos en nuestro entorno cercano, se nos hace ajena, por no decir distante.  Ya poco sorprende que asesinen a un piloto de transporte urbano o extraurbano producto del impago de extorsión. Menos que a una joven reina de belleza de apenas 19 primaveras, la acribillen al bajarse de un bus mientras se dirigía a un salón de estética y tampoco, que una mujer embarazada sea víctima de múltiples disparos de proyectil de arma de fuego en el vientre producto de un supuesto asalto.  Así podríamos seguir uno tras otro resumiendo hechos de violencia; 17 diarios para ser exacto.  Ni los periódicos se dan abasto para reflejar en sus páginas las imágenes e historias de la muerte en Guatemala.

Huérfanos, viudas, padres que pierden a sus hijos e hijas en un abrir y cerrar de ojos. Amigos, familiares y conocidos arrancados de golpe sin más excusa que la incapacidad del Estado de administrar justicia e impulsar investigaciones oportunas para desarticular bandas de asesinos, extorsionistas, violadores, traficantes de órganos y vaya dios a saber cuantas cosas más.  Acá en Guatemala solo se resuelven los casos denominados de “alto impacto”.  El resto de vidas, disculpe usted ciudadano que usa el transporte público y paga sus impuestos como cualquier otro, esos no importan al sistema que seguirá siendo incapaz de resolver alguno de ellos, porque se ha acostumbrado a despertar de la modorra que lo tiene cautivo, sólo cuando la presión mediática es mucha. Esa es en resumen la triste realidad para miles de casos que duermen el sueño de los justos en los gabinetes y estanterías del Ministerio Público.


El mundo sigue volviéndose loco y mientras lo invitan a sumarse a las voces, hastags o listones que llaman a solidarizarse con algún país, no se olvide de paso vive por estos lares y quizá, pueda moverlo un poco la indignación para decirle al planeta que sería bueno, que también hicieran un #PrayForGuatemala por tanta violencia descarnada que vivimos a diario, a la que no debemos acostumbrarnos y tenemos derecho a aspirar, finalice de tajo.

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