Maquilando Pobres
Nuevamente el sector de la industrial textil, promueve deducciones en impuestos, alegando que las tasas actuales reducen los incentivos para atraer inversión. Así mismo, aseguran que mantener el salario mínimo es una de las grandes trabas al desarrollo del sector, porque países vecinos tienen mejores condiciones y esto supone que las grandes corporaciones, harán negocio con esos países. Aprobar la iniciativa 5007 como Ley Emergente de la Conservación del Empleo, es necesario para beneficiar a unas 151 maquilas que emplean a unas 80 mil personas aproximadamente, las cuales funcionan con un 90% de capital extranjero.
Vamos
por partes dijo Jack el destripador. En
principio, los salarios que otros países de la región han establecido como
mínimos, están lejos de suplir las necesidades reales de subsistencia digna de
una persona, no digamos de una familia. Argumentar que en alguna región de
Honduras o México se pagan ocho o diez dólares menos de salario mínimo en
comparación con Guatemala sin poner sobre la mesa los costes de la vida en cada
lugar, es quitar un elemento importante para el análisis. No cuesta lo mismo todas las cosas en los
países vecinos, pero cierto es también que los salarios establecidos, jamás
alcanzarán para cubrir las necesidades básicas de una familia.
Por
otra parte, se argumenta que el impacto ecológico de la industria de la maquila
es bajo, lo cual es totalmente falso.
Los químicos que se utilizan para la fabricación de tejidos y los
mecanismos adoptados para su deposición están fuera de todos los estándares
internacionales para el manejo de sustancias tóxicas. Además, el impacto de la moda “exprés” en el
planeta cada vez es mas latente. Son toneladas de ropa, tratada químicamente
que yace en los basureros del planeta, provocando problemas por la incapacidad
del tratado de los lixiviados producto de su degradación, afectando los mantos
acuíferos subterráneos y liberando sustancias que se esparcen por el aire. Este modelo de negocio, ocupa el tercer lugar
en el top de industrias contaminantes, es decir, se habla de igual a igual con
la minería y la extracción petrolera, responsables del deterioro ambiental
mundial.
Por
si esto fuera poco, es la industria que genera las peores condiciones laborales
en todo el planeta, ya que tienen las peores condiciones salariales, de
seguridad industrial, salud laboral y ambiente ocupacional que han generado
accidentes industriales masivos en Haití, India o Malasia por ejemplo, además de limitar derechos laborales básicos
como organización sindical o de perdida solidarismo, el que también les es
negado.
Ahora,
justo es decir que la responsabilidad solamente de los empresarios de la
maquila local. Ellos se ven forzados por las grandes transnacionales a
disminuir los costos de producción al borde de la explotación laboral, siempre
bajo la amenaza de trasladar la
producción a otra región o país que les garantice condiciones mínimas de pago,
seguridad industrial y daño ecológico sin responsabilidad alguna, empoderados
por legislaciones locales débiles y diseñadas por operadores políticos
(congresistas y funcionarios públicos), serviles a intereses corporativos.
Es
cierto que miles de familias subsisten trabajando en maquilas, donde encuentran
una oportunidad laboral que se ajusta a su limitada educación y acceso a
oportunidad de capacitación técnica. Pero
también es innegable que las empresas maquileras desaparecen en un abrir y
cerrar de ojos, dejando sin posibilidad de sustento a las cientos de familias
que dependían de ese ingreso, dejándoles la rapiña de las maquinas que otrora
eran sus estaciones de trabajo como única forma de indemnización ante el
desvanecimiento repentino del maquilero. Dejando a su suerte al testaferro, una
persona igual de pobre y depauperada como los que quedaron en el desempleo.
Continuar
apostando al modelo de la industria de la maquila en las condiciones actuales
del mercado mundial, es un suicidio y es la forma segura de continuar
maquilando la pobreza. Valdría mejor que
esas empresas que hoy quedan, entraran en la lógica del comercio justo,
tendencia que crece cada vez más en el planeta, generando un producto “made in Guatemala” que paga lo justo, respeta el ambiente, tiene
condiciones laborales dignas y que cuesta un poco más, pero que es coherente
con el pensamiento de un mercado que está dispuesto a pagar el precio de algo
que no sea producto de la esclavitud de otro ser humano.
Demasiado
pedir en empresarios con mentalidad de finquero, pero nunca está demás poner
sobre la mesa una alternativa de comercio que puede ser redituable y en un
mundo de depredadores, novedosa y que atraiga a un consumidor consciente.
Finalmente,
buscar privilegios fiscales en las condiciones actuales es un atentado contra la nación. La salud
está colapsada, el sistema educativo no se diga y las condiciones de seguridad
ciudadana están por los suelos. El país
necesita del esfuerzo de todos para salir de esta crisis y eso implica que las
mega industrias paguen impuestos y dejen de pedir a la clase trabajadora que
sostenga el funcionamiento del Estado.
Es tiempo de abrir lo ojos y cambiar de una buena vez la mentalidad de
sector, para apostar por algo macro y de largo plazo que se llama Guatemala, el
“Paíz” que Jimmy Morales gobernará y el país en el que nos tocó nacer para dar
algún fruto y no solo para expoliarlo.
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